Sexto Viernes de Pascua


Qué poquito queda Señor, para que retornes a tu vetusta Ermita. Como el hijo lejos de casa, que pasa unos días con la familia y no miras el día de partida hasta que llega, así me encuentro yo. Pero ahora ya pienso en tu partida, y la nostalgia me embarga, sólo, en esa milenaria Ermita, sin apenas visitas esperando con paciencia el paso de los meses para que cuanto antes llegue de nuevo la Cuaresma. Sólo me queda el consuelo maternal de tu Madre de Gracia y Esperanza, que bajo el amparo de su manto llevemos tu ausencia lo mejor posible. Hoy volveré a postrarme a tus pies en la misa que celebramos en tu honor, que tu mirada penetrante de sufrimiento y dolor, nos trasmita el verdadero sentido de tu presencia entre nosotros.
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