La otra semana Santa, es la que precede a nuestra estación de penitencia y la que se hace después. Cuando uno llega el viernes Santo, se encuentra que los titulares ya están colocados, bonitos con sus flores, con sus ceras, horquillas preparadas etc. nos hacemos fotos delante de ellos, con la familia o amigos, después de la procesión nos felicitamos, cogemos las flores de recuerdo, etc. y está muy bien.
Pero ese esfuerzo sordo e inapreciable, lo realizan un grupo reducido de voluntarios, que verdaderamente saben lo que es un Hermandad, cuando la Cofradía es de todos y para todos. Ser cofrade no es sólo salir en procesión, es estar a disposición de la Hermandad, ya sabemos que los trabajos, las obligaciones diarias nos pueden impedir asistir todos los días, pero los pasos no se montan y desmontan en un solo día, a pesar de los avisos por las redes sociales, si esas en las que tanto se leen cosas y se ven fotos, es lamentable ver la poca atención que se pone cuando realmente se pide ayuda, los móviles se quedan sin baterías o sin cobertura, pues son pocos los que acuden, creo personalmente que nos falta mucho para servir a Dios, ese Dios que dio su vida por ti y por mí, porque es a él al que sirves, no al Hermano Mayor de turno o a la Junta de Gobierno de ese momento, es a nuestros Titulares de los que tanto presumimos en la procesión.
Sintámonos verdaderos hijos de Dios y estemos dispuestos para él los 365 días del año.
